Desde que el pasado día 21 la Gran sala del tribunal Europeo
de derechos humanos tumbó la aplicación retroactiva de la conocida como doctrina Parot
las reacciones no han dejado de sucederse, hasta tal punto que cuesta encontrar
un análisis objetivo sobre el tema. La razón principal de esa radicalización de
las posturas es la vinculación bidireccional que se hace entre esta ley y los
presos de ETA, un tema, que desgraciadamente, siempre llama a la politización.
Si miramos la resolución del Tribunal Europeo desde un punto
de vista meramente legislativo la aplicación de una nueva jurisprudencia de
manera retroactiva vulnera la ley de forma indiscutible. Sin embargo, lo legal
y lo que para muchos es justo no siempre se dan la mano. Así, la postura de la
Asociación de víctimas del terrorismo es plenamente comprensible. Para quien ha
sufrido la muerte violenta de un ser querido, para quien ha vivido con miedo a
salir a la calle, para quien ha pasado años cambiando sus rutinas por
seguridad, para quien ha vivido pegado a un escolta, para quien vive con las
secuelas de un atentado, para muchos, perdonar es difícil y olvidar imposible.
No existe condena, por larga que sea, que pueda hacerles sentir que se ha hecho
justicia. Ver salir de la cárcel a quien provocó todo ese sufrimiento debe
provocar otro igual o mayor.
A mí, que lo veo desde fuera, me resultan más
preocupantes otras liberaciones. Con el abandono de la actividad terrorista por
parte de ETA (Toquemos madera porque siga siendo así) las consecuencias de la
liberación de históricos como Inés del Rio o Troitiño -y los muchos que
seguirán- está causando sin duda un gran daño a una parte importante de la
sociedad, pero no el tipo de daño que puede hacer un violador no rehabilitado.
Entramos aquí en otros temas conflictivos ¿Qué hacer con este tipo de delincuentes?
¿Es legítima la cadena perpetua revisable? ¿Es necesaria una amplia reforma de
nuestro código penal? ¿En qué dirección? Para todas estas preguntas hay dos respuestas, dos bandos y dos ideologías
radicalmente opuestas. Todas ellas, por lo general, caen en el populismo y se
alejan de la búsqueda de una solución razonable y, sobre todo, justa.
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