El martes se cumplirán exactamente 11 años de aquel fatídico
19 de Noviembre en que el petrolero Prestige, tras casi una semana a la deriva,
se hundía frente a la costa gallega a la
08.00 de la mañana dando lugar a una enorme tragedia ecológica que arrasó el
mar y las playas- con su flora y fauna -y se llevó consigo el medio de vida de
cientos de gallegos.
Fueron semanas, meses, tristes y difíciles, marineros sacando
el fuel del agua con sus propias manos,
aves agonizando, políticos paseando por las playas llenas de chapapote, lágrimas
de desesperación en los ojos de los habitantes de una costa, a da morte, para
la que el mar es tanto su mejor amigo como su peor enemigo.
Portada de La Voz de Galicia con la foto que se convirtió en uno de los emblemas de la catástrofe. |
Como ocurre con cada desgracia que se cierne sobre esta
comunidad el Prestige también tuvo su lado emotivo, el de las mareas blancas.
En una respuesta sin precedentes voluntarios de todas partes se acercaron a
Galicia para participar en las labores de limpieza, unas 65.000 personas
hicieron un alto en sus vidas cotidianas para unirse y poner su granito de
arena en un desastre de esta magnitud. El trabajo que realizaron era impagable
y tuvo sus consecuencias, unas mil personas tuvieron que ser atendidas por síntomas
como irritación ocular y de faringe, problemas respiratorios o intensos dolores de cabeza y en 2010 una prestigiosa revista científica publicaba un estudio realizado sobre 501
pescadores que tomaron parte en las tareas de limpieza en el que se revelan lesiones
en los cromosomas y problemas respiratorios como consecuencia de su exposición
prolongada al vertido de crudo.
Tras nueve años de instrucción y casi 10 después de la
catástrofe el 16 de octubre del 2012 comenzaba, por fin, el juicio. El sumario
de la mayor causa jamás instruida en España por delito medioambiental contaba
con 230.315 folios. En el banquillo se
sentaron el capitán del barco -Apostolos Mangoura-, el jefe de máquinas -Nikolaos
Argyropoulos- y el exdirector de la Marina Mercante -José Luis López Sors-, única autoridad
gubernamental imputada. Una lista demasiado corta.
Exactamente once años después de que en plena tormenta el
petrolero sufriese el accidente que terminó, este 13 de noviembre, la causa se resolvió con una única condena de 9 meses de prisión para el capitán del barco
por un delito de desobediencia grave a las autoridades españolas. La Audiencia
coruñesa consideró probado que el petrolero estaba en tan malas condiciones que
nunca tendría que haber obtenido los permisos para navegar. Sólo se podrá exigir la "oportuna responsabilidad civil” por la catástrofe a American
Bureau of Shipping, la entidad encargada del control del barco, y a la armadora. Una sentencia que no parece
ni justa, ni ejemplar, ni equiparable al
daño infligido.
En este mes que se cumplen 11 años desde que el fin del mundo
se tiño de negro este color vuelve a ser
el protagonista, esta vez arraigado en el luto de quienes asisten, de nuevo
impotentes, a la falta de justicia y a la falta de respuestas.
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