Hace un par de fin de semanas me reunía con mi familia para
comer a mitad de camino entre los que vivimos en Galicia y los que viven en
León. El lugar elegido fue Castrillo de los Polvazares, un pueblo muy especial
que hoy quiero compartir con vosotros.
Castrillo de los Polvazares se encuentra en la comarca de la
Maragatería o “País de los Maragatos” y se ha convertido en un auténtico
enclave turístico para la degustación del cocido maragato. Quizá haya sido
precisamente ese carácter turístico lo que ha contribuido a que el pueblo se
encuentre actualmente tan bien conservado.
De tradición arriera el pueblo está compuesto por casas de
piedra en las que destacan los grandes portones utilizados para guardar los carros.
Todos ellos mantienen su forma original, no hay puertas modernas de hierro, ni
construcciones actuales.
Todo el lugar guarda una estética acorde y perfecta
que nos transporta a otra época. En medio del gentío que lo visita en el
ambiente reina el silencio, solo los coches de quienes viven allí tienen permitido
el acceso al pueblo cuyas calles están hechas de la misma piedra que sus casas.
Es como si el tiempo se hubiese detenido. Esta razón llevó a declararlo
conjunto histórico artístico de alto valor monumental en 1980. Decir que
se conserva igual que siempre sería, sin embargo, mentir, ya que el pueblo
original fue destruido por unas riadas y posteriormente reconstruido en el
s.XVI en su ubicación actual. Esa esencia del dieciséis es la que actualmente
conserva.
Quizá la magia que desprende fue lo que impulsó a Concha
Espina a ubicar aquí su novela La Esfinge Maragata. Así que si quieren
disfrutar de un día tranquilo, viajar en el tiempo y al mismo tiempo recorrer
un pasaje de novela no dejen de visitar este pequeño y sorprendente rincón de Castilla
y León.
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