Fumando esperaba al hombre que ella quería y así, actuando,
cantando y fumando conquistó Hollywood. María Antonia Abad, conocida por todos
con Sara Montiel, dio sus primeros pasos
en el cine en España en 1944 con papeles secundarios, de ahí saltó Mexico, que vivía
años de esplendor y finalmente a la meca del séptimo arte donde se estrenó con
el western Veracruz. Fue en cambio al volver cuando logró sus mayores éxitos,
El último cuplé y La violetera, película con la que se convirtió en la actriz mejor
pagada del mundo. Sara fue una precursora y una mujer que abrió camino. Sus
vestidos y sus curvas traían de cabeza a la España franquista igual que su
actitud independiente y en ocasiones desafiante, lejos de la de la mayoría
de las mujeres de la época. Hoy nos ha dejado la primera femme fatal española,
una actriz con 60 películas a sus espaldas y, sobre todo una mujer sin miedo a
romper moldes y dispuesta a ponerse el mundo por montera y vivir a su manera. Un sello que mantuvo hasta el último día de su
vida. Un ejemplo de que el feminismo puede llevar un vestido sexy y un par de
tacones.
La apodaron la dama de hierro porque les sorprendió su
firmeza. Pocos se imaginaban que esa joven de Lincolnshire lograría hacerse
escuchar y respetar en un mundo de hombres hasta ganase el liderazgo del Partido
Conservador. Menos aún creían que poco después se ganaría el favor de los
votantes convirtiéndose en la única primera ministra de la historia del Reino
Unido. Nadie creía que se mantendría en el cargo desde 1979 a 1990 (cuando
renunció) el récord del siglo XX. Margaret Thatcher es una precursora con mayúsculas
que demostró al mundo como una mujer podía gobernar un país sin doblegarse ante
nadie, como podía plantar cara a sus opositores y tomar decisiones difíciles
sin que le temblase la mano. Sin duda el camino debió ser duro y difícil, pero
ella no se rindió, no se dejó sobrepasar.
Dos mujeres muy distintas nos han dejado hoy, pero
tienen en común que ambas se arriesgaron a nadar contracorriente. Ambas
lucharon, cada una a su manera, contra las normas sociales que imperaban en el
momento. Y ambas ganaron. Nos demostraron que si se quiere se puede. Y por eso
las dos se han ganado a pulso un puesto en la historia.
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