He elegido como título este hashtag de Twitter para
recuperar un tema que ya he tocado de refilón; las actuales ruedas de prensa
que ofrece nuestra clase política y más concretamente nuestro presidente y
ministros. Pero hoy quiero ir más allá, concretamente
al otro lado.
Esta mañana hemos vuelto a ver una imagen vergonzosa, decenas
de reporteros viendo a Rajoy comparecer ante una pantalla de plasma. No es la
primera vez, ni era un secreto que la cosa sería de esta manera. Por eso creo
que el problema está a los dos lados de la pantalla. Tenemos una clase política
decadente y cobarde y un gremio periodístico complaciente e igualmente cobarde.
En ambos casos, por supuesto, hay excepciones.
Desde mi punto de vista el problema que hace imposible la
reivindicación que da nombre a la entrada de hoy es muy sencillo y radica en la
base misma de nuestra sociedad. No somos capaces de ponernos de acuerdo para
nada. Es decir, evidentemente la guerra de medios manda y, si el canal X tiene
las imágenes de la comparecencia de Rajoy, el canal Y no puede permitirse no
tenerlas. Es la eterna duda, la eterna desconfianza ¿Y si yo no voy y los demás
cogen y van? Pues claro que van. Es la
misma raíz que ha provocado que hoy la prensa española online sea gratuita, no
son capaces de ponerse de acuerdo ni siquiera para ganar dinero.
El periodismo de película está casi muerto, esos hombres y
mujeres incansables que fumaban cajetilla tras cajetilla y bebían whisky
mientras desentrañaban los secretos más ocultos de las clases poderosas son
ficción. En un mundo donde el dinero manda los periodistas se deben a sus
medios y los medios a quien tiene el poder y pone el dinero. Y es así. La
información es un mero mercado en el que más te vale no llegar el último. Ir de
legal no vende periódicos ni rompe en las mediciones de audiencia.
Por eso, porque esto ya tiene difícil solución, yo propongo
que, a partir de ahora, Rajoy (o quien sea) grabe sus discursos y se los envíen
por email a las redacciones. A los
periodistas les ahorrará un viaje absurdo y él podrá grabar sus videos a la
hora que quiera, desde su casa y con el pantalón del pijama puesto. Quién sabe,
quizá con lo que ahorren en transporte para cubrir comparecencias ante un
plasma quede algo de dinero para contratar periodistas con ganas de salir a la
calle y buscar historias de verdad.
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