Me encontraba hoy en perfíl deTwitter de La Cadena Ser una noticia
que afirma que los alemanes nos ven como un país “corrupto, pobre y deciudadanos ociosos”. Y la verdad es que no me extraña. La raza humana tenemos
una preocupante tendencia a generalizar, eso si, siempre sobre los demás. Así
los gallegos son paletos y desconfiados, los catalanes cutres, los vascos
brutos, los andaluces vagos y fiesteros, etc, etc, etc. Seguramente cualquiera
de los mencionados anteriormente no se verá reflejado en su definición, en
cambio las que atribuyo a sus vecinos le parecerán de lo más comunes.
Los españoles, en general,
siempre hemos tenido fama de gustarnos más la jarana que el trabajo.
Parte de nuestra “alma española”. Así
que en este punto la fama nos viene de lejos. Ni siquiera años de emigración en
busca de trabajos no precisamente relajados nos han permitido dejarla atrás.
Lo de la corrupción. Bueno, este punto no admite disculpa ni
discusión alguna. Los españoles somos corruptos de narices. No sé si más o
menos que el resto de europeos, que en todas partes cuecen habas. Quizá
a este punto tenemos que agradecerle lo de ser pobres. Incluso me
atrevería a decir que de aflorar toda la economía sumergida que tenemos somos,
más bien, bastante ricos. Y, sin embargo, nos estamos empobreciendo. En los últimos
cinco años hemos perdido poder adquisitivo, nuestra red viaria se ha visto
deteriorada notablemente y hemos sufrido toda clase de recortes en sanidad,
educación y un largo etcétera. Sin embrago durante estos años hemos construido
y ampliado aeropuertos vacíos y semi vacíos, hemos hecho Cidades da Cultura,
hemos subvencionado, muchas veces, a lo loco, hemos dado ordenadores a los
mismos niños a los que ahora obligamos a llevar tupper. En fin, una lista sin
final que parece evidenciar que nuestra pobreza es la pobreza del que no ha
sabido gestionar adecuadamente su riqueza.
Otra cosa que nos pasa a los españoles, y no lo incluye la
calificación de nuestros queridos colegas alemanes, es que somos muy de
dejarnos llevar por el escándalo y olvidarnos de lo importante. Por ejemplo,
aquí, en Galicia, desde donde os escribo, hoy tenemos 22.000 parados más que en
el primer trimestre del 2012. Y la noticia del día es que Xosé Manuel Beiras ha perdido la paciencia y los modales y ha golpeado el escaño de Feijoó en pleno debate sobre
su relación con el narcotraficante Marcial Dorado. A mí que me lo expliquen
porque, sinceramente, me parece más grave el desempleo y la corrupción política
que el hecho de que Beiras pierda, otra vez, los papeles.
Hoy más de 6 millones de españoles quieren trabajar y no
pueden.
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